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Los pandas gigantes son animales fascinantes. Comedor de bambú (como indica el significado de su nombre en nepalí), no era más que un vagabundo solitario de las montañas chinas hasta que en 1869 fue dado a conocer en Occidente por el naturalista y misionero Armand David. Los Pandas gigantes constituyen todo un símbolo para quienes están convencidos de la necesidad de proteger la naturaleza y la biodiversidad.
Son animales tranquilos, expertos trepadores de árboles. Las hembras son más livianas que los machos, si bien no existen diferencias entre ellos. Su pelaje es duro, largo y denso; en ocasiones, el negro tiene un matiz amarronado, y el blanco se oscurece o se vuelve más rojizo y marrón. Posee pupilas verticales, al igual que los gatos. Esta especie ha desarrollado un sexto dedo (pseudo-pulgar) que no es más que una prolongación de un hueso de la muñeca que le sirve para arrancar, agarrar y llevarse a la boca el bambú.
Los bosques templados en China son los que han ofrecido a los Pandas gigantes, tradicionalmente, abrigo y alimento. Cada ejemplar suele ocupar un territorio que abarca los 4 y 6,5 kilómetros, mientras se mueve despreocupada y lentamente, economizando sus energías. El amanecer y el crepúsculo son las horas en las que se muestra más activo, aunque no siempre.
Machos y hembras frecuentan zonas prácticamente idénticas, y se comunican con una serie de sonidos. Especialmente los machos, que realizan llamadas y gemidos durante la época de celo (específicos y bastante ruidosos). Las crías nacen a los 135 días de gestación, ciegas y rosadas. Su dieta está formada por bambú principalmente; también comen insectos, huevos, frutos y pequeños mamíferos.