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El rinoceronte blanco es el segundo mamífero terrestre más grande del planeta. A pesar de su impresionante tamaño, es un animal muy ágil, capaz de galopar a gran velocidad y girar en plena carrera.
Es solitario y posee unos cuernos que constituyen su arma más temible. Cornamenta que es, no obstante, el motivo de que su caza sea tan codiciada: creencias populares le atribuyen propiedades afrodisíacas. Es una especie protegida y está prohibida su caza.
Posee buen oído y olfato, pero mala vista. Ninguno de los rinocerontes africanos es en realidad blanco, sino de color gris. En el caso del rinoceronte blanco, el nombre procede de la palabra “wyd” (“blanco”, en afrikaans, que significa “ancho” y se refiere al tamaño de sus labios y boca).
Se distribuyen por el este y el sur del continente africano.
Una de sus grandes aficiones es darse baños en el lodo. Esto le sirve para protegerse de los insectos, así como para regular su temperatura. Por eso permite a los pájaros posarse sobre su lomo, para que éstos limpien de parásitos la dura piel que le cubre, carente de pelaje.
Suele habitar en bosques abiertos y secos, con buenos pastizales para poder alimentarse de bulbos, hierba y hojas: la base de su dieta.
De costumbres nocturnas, es el más sociable de los rinocerontes y se agrupa en parejas de madres-cría o en manadas de hasta siete ejemplares jóvenes.
El embarazo dura 18 meses, y la lactancia un año, aunque el bebé rinoceronte come hierba desde las primeras semanas de vida. El celo de la hembra vuelve a los dos años: es entonces cuando la cría se independiza, forzosamente, puesto que la madre tiene que volver a aparearse.