Aprovecha esta promoción online, solo por tiempo limitado. ¡Consíguela aquí!
El oso malayo es el más pequeño de los osos. Su anatomía y excelente adaptación al medio le convierten en un excelente trepador. Gracias a sus zarpas, puede clavar sus largas y afiladas uñas en la corteza de los árboles, subiendo a sitios increíbles. Tal es su afición a la vida arbórea que resulta difícil divisar a algún individuo en su entorno natural, puesto que suele permanecer en lo más intrincado del bosque.
Se trata de una especie amenazada por la pérdida de hábitat y la caza. Por desgracia, sigue siendo un gran desconocido entre los grandes mamíferos.
Este oso es de costumbres diurnas y crepusculares, aunque pueden ser activos por la noche. No hiberna y se caracteriza por ser muy cauteloso. Lo que más le gusta es quedarse entre los nidos de ramas y hojas, en ocasiones muy por encima del suelo (llega a trepar hasta ocho metros).
Utiliza su larga lengua para extraer insectos (termitas y hormigas) y larvas (de abejas y escarabajos) de las grietas de los troncos. Además, se alimentan de plantas, frutas e incluso miel.
La madurez sexual del oso malayo se produce entre los tres y cuatro años de edad. El apareamiento puede suceder en cualquier estación, y la gestación dura en torno a los 100 días. Los oseznos permanecen con la madre hasta que se valen por sí mismos.